La apicultura ha sido parte de la vida cotidiana de la población maya de la península desde tiempos prehispánicos, antes de que existieran los territorios de Yucatán o Quintana Roo. Algunos códices como el Madrid o el Tro-Cortesiano y algunas crónicas de Indias, refieren que los indígenas antiguos utilizaban la miel como alimento, objeto de trueque y en ceremonias.
Por ello no sorprende que como parte de los trabajos de salvamento arqueológico en el tramo 6 del Tren Maya, que va de Tulum a Chetumal, un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), coordinado por la arqueóloga Raquel Liliana Hernández Estrada, recuperó tres tapas de jobón, en el frente 5, el cual abarca los municipios de Bacalar y Felipe Carrillo Puerto, una zona cultural conocida como la región de Los Lagos.
Este tipo de material arqueológico está asociado principalmente a la zona norte de Quintana Roo, como lo han constatado diversos estudios realizados por las y los arqueólogos del INAH, Luis Alberto Martos López, Manuel Eduardo Pérez Rivas y María Flores Hernández.
Al respecto, la gobernadora del estado, Mara Lezama Espinosa, destacó este anunjcio hecho por el INAH en el marco del Día de las Abejas, celebrado este 20 de mayo.
“La Secretaría de Cultura y el INAH han dado a conocer un increíble hallazgo en Quintana Roo: se encontraron vestigios de antigua apicultura maya. Se descubrieron tres tapas de jobón de piedra caliza, evidencias de la actividad apícola de los mayas. Esta meliponicultura es una tradición que forma parte del patrimonio cultural inmaterial de nuestra entidad”, escribió la mandataria estatal en sus redes sociales.
No obstante, este hallazgo sustenta lo que algunos cronistas, como Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, observaron en los territorios que hoy conforman el sur de Quintana Roo, con lo que surge la hipótesis de que la meliponicultura maya se extendió a esta área del estado, destacó la investigadora.
Los “panuchos”, como se les conoce coloquialmente a las tapas, detalló el arqueólogo Carlos Fidel Martínez Sánchez, son redondos y fueron elaborados con piedra caliza, miden 20 por 25 centímetros, y se cree que pertenecen al periodo Posclásico (950- 1539 dC). Añadió que uno de ellos se encuentra en buen estado de conservación, mientras que los otros dos presentan un alto grado de erosión.

Según los investigadores, el descubrimiento fue registrado al excavar lo que se pensaba era una albarrada, en el área conocida como Estación; sin embargo, al encontrar las tapas, la hipótesis cambió y se determinó que se trataba de los vestigios de un meliponario de los antiguos habitantes de lo que hoy es Quintana Roo.
Además de las tapas de jobón, en el lugar se encontraron otros materiales arqueológicos utilitarios de cerámica, lítica y sílex, entre los que destacan un cajete con decoraciones en tonalidades roja y naranja; una mano de metate de roca caliza, de 40 centímetros de largo; un metate de 50 centímetros de longitud; un hacha, un percutor y una cuenta de concha en forma de estrella.
Explica la arqueóloga Hernández Estrada, que los hallazgos dan cuenta del testimonio de la vida común de las personas que no pertenecían a élite, “probablemente, estamos en presencia de conjuntos habitacionales de ciudades periféricas a recintos ceremoniales, como la Zona Arqueológica de Chacchoben y el sitio Los Limones”.
Detallan los especialistas que se han contabilizado 261 monumentos, correspondientes a restos áreas habitacionales, la mayoría cercanos a las localidades de Sabanitas y Estación, los cuales se encuentran en etapa de análisis en los laboratorios.