Playa del Carmen.- Nutrida fue la afluencia de ciudadanos a la jornada de vacunación de refuerzo contra el COVID-19, para mayores de 30 años, en el Centro Nacional de Alto Turismo (Cenaltur), en donde abundaron las quejas en contra del personal que controlaba el acceso, por su trato despótico y grosero.
“¡La fila se pone donde yo quiera!”, prácticamente le gritó una de las trabajadoras de la Secretaría del Bienestar, identificaba como Emma, a una ciudadana que le indicó que no estaba respetando el orden de la cola.
Incluso esta fila, que se extendía hacia el camellón central, arbolado y por ende con sombra, fue modificado para ponerse sobre la acera, con el sol cayendo a plomo.
Ese es solo un ejemplo de los malos modos de esta funcionaria, quien en lugar de informar a quienes llegaban los documentos que debían tener en mano, los regañaba por algún faltante y les indicaba que leyeran la leyenda que estaba pegada al interior del recinto, donde no podían ingresar.
“Oiga, pudiera tener un trato más amable, ¿no?”, comentó un ciudadano, lo que hizo que varios más se animaran y también reclamaran que se les hablara a gritos. Ella no contestó, sino seguía revisando documentos.
Como en cada jornada, la falta del CURP o bien de un formato actualizado (no el comprobante de la vez pasada) hacía que muchos no pudieran ingresar a vacunarse, sino que fueran enviados a imprimir estos documentos. Esta circunstancia ofrecía una oportunidad que otros no podían desaprovechar y a un costado del cenaltur, había varias personas que abordaban a quienes eran rechazados, con la pregunta: “¿necesita imprimir?”.
La operación era sencilla, descargar los documentos desde el celular y enviarlos por WhatsApp a otro teléfono, al parecer en casas del vecino fraccionamiento Real Ibiza, donde otros se encargaban de imprimir estos papeles y enviarlos con un tercero al punto de vacunación.
Las impresiones eran a 15 pesos por página, y los dos “equipos” de jóvenes instalados en el lugar apenas se daban abasto.
En el interior del punto de vacunación, el personal del Sesa, encargado de administrar las vacunas o de dar indicaciones, tenía que escuchar las quejas de los ciudadanos por la mala manera en la que fueron recibidos en la puerta. Ajenos a este problema, los enfermeros solo se disculpaban con la mirada, sin comentar nada.
La coordinadora de este punto de vacunación, quien no se quiso identificar, alegando una “ley de confidencialidad”, finalmente fue contactada por los quejosos, a quienes escuchó, prometiendo tener una plática con esta persona, que estaba a menos de tres metros escuchando, pero sin participar.
También se le denunció que se había dejado a la persona haciendo fila en el sol, algo que al parecer no se había percatado, pese a estar en la entrada, por lo que de inmediato reaccionó y solicitó al personal que instalaran toldos.